La recesión de 2009 no sólo está provocando efectos devastadores sobre el empleo -1,47 millones de puestos de trabajo destruidos en los últimos doce meses-, también en las condiciones laborales de quienes han conservado su empleo. Hasta el punto de que este año a punto de acabar se cerrará con un aumento de la jornada laboral desconocido desde 1983. En concreto, y según los datos de la Comisión Consultiva de Convenios Colectivos –un organismo dependiente del Ministerio de Trabajo-, la jornada laboral anual pactada entre empresarios y trabajadores se sitúa en 1.752,1 horas trabajadas. Es decir, 3,6 horas más que un año antes (datos hasta el pasado 30 de noviembre).
Lo relevante de la subida no es tanto el incremento, sino que rompe una clara tendencia descendente en el número de horas trabajadas iniciada a raíz de que el primer gobierno de Felipe González fijara un máximo legal de 40 horas semanales, y que significó en media una semana más de descanso laboral al año. Según datos de CCOO, en 1984 la jornada anual bajó en 47,2 horas respecto al año anterior. Desde entonces, en tan sólo cuatro ejercicios se había producido un incremento en el número de horas trabajadas, y desde luego en todos los casos en mucha menor cuantía que en 2009.
Durante el trienio inmediatamente posterior a la recesión de 1993 se registró un incremento del número de horas trabajadas que en ningún caso llegó a las 2,5 horas (1994), pero la recuperación económica acabó con ese repunte. Y lo mismo ocurrió en 2008, cuando al inicio de la crisis se produjo un ligerísimo incremento de menos de una hora en unos momentos en los que el ajuste se cebó con los trabajadores con contrato temporal. En 2009, como se ha dicho, se ha producido el mayor incremento desde 1983, lo que da idea de la intensidad de la crisis.
- Crisis y jornada laboral.
La relación entre número de horas trabajadas y coyuntura económica es incuestionable. En los años de bonanza, las empresas acceden a rebajar la jornada laboral, ya que los aumentos de plantilla permiten absober los incrementos de demanda. Por el contrario, en periodos de crisis ocurre todo lo contrario, aunque nunca con la virulencia actual. Y así se explica que desde el año 1983 –año en que entró en vigor la ley de las 40 horas- la jornada laboral media pactada en convenio se haya reducido en 93,1 horas anuales. O lo que es lo mismo, hoy un asalariado trabaja algo más de dos semanas menos que hace 26 años, lo que indica los avances sociales registrados durante el periodo.
La mejora, sin embargo, no se reparte de forma homogénea. Los trabajadores amparados con un convenio colectivo de empresa tienen una jornada laboral inferior a aquellos cuyas relaciones laborales se rigen por un convenio de ámbito superior (sectorial, provincial o estatal). Y la diferencia no es, desde luego, pequeña. Los primeros trabajan 1.698,5 horas anuales, es decir 59,1 horas menos que los segundos. O lo que es lo mismo, disfrutan de una semana y medio menos de trabajo al año.
La duración de la jornada laboral varía mucho, igualmente, en funciòn de la actividad. Y así, mientras que los convenios que regulan el comercio, la hostelería o el turismo recogen una jornada anual media de 1.792,16 horas, en la eneñanza, que se sitúa en el polo opuesto, se llega únicamente a las 1.605,92 horas al año. Es decir, que hay una diferencia de casi cinco semanas de trabajo entre una y otra actividad.
Lo que reflejan las estadísticas, en cualquier caso, es que la crisis no se está combatiendo reduciendo la jornada laboral para evitar despidos mediante el reparto de la carga de trabajo. Recientemente, Ramón Górriz, secretario de Acción Sindcal de CCOO, reclamó "un acuerdo interconfederal en la negociación colectiva que ligue la reducción del tiempo de trabajo con la reducción del salario". A su juicio, "es posible, en empresas en situación de crisis económica, plantear reducciones de jornada entre el 10% y el 70%, manteniendo el 70% del salario a los trabajadores en la reducción en el tiempo de jornada, evitando que se pierdan prestaciones por desempleo".
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